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El arte con-sentido

18/6/2021

7 Comments

 
Por: Cristian Orlando López Rivera, junio 2021. 
Hace unos días, recién acababa de participar en una presentación con tambores cuando se me acercó una mujer con un niño en brazos. Me miraba con un entusiasmo notable y ese gesto facial propio de quien desea saludar con alegría; era Monto, una compañera de la universidad pero de distinto pregrado. Al reconocerla, sus emociones se replicaron en mi cuerpo y entrañas. La recuerdo con cariño por las eternas charlas en el “pasillo del C” de la Pedagógica, sobre música latinoamericana y pedagogía. 

Su hijo reposaba en sus brazos con una sonrisa inmensa y unos ojos brillantes, tenía un tambor de juguete y su mano agarraba con decisión una baqueta de plástico, entendí que venían acompañando el desfile. Aprovechamos el encuentro y hablamos sobre estos días duros en el país y de las iniciativas artísticas como posibilidades distintas de escribir y decir las historias de la gente. Alineado a esto y valiéndome de su doble rol madre-docente, le pregunté acerca de la movida del arte en las esferas educativas con las infancias. 

Estoy más que seguro que no la corché, pero ella sí se tomó varios minutos para pensar su respuesta. Inició confesándome que no era una pregunta fácil pero sentenció con propiedad que las artes son definitivas en el desarrollo cognitivo, psicomotor, corporal, emocional e incluso espiritual de los niños y las niñas. Conociendo a Monto sabía bien que esta última dimensión se alejaba totalmente de apreciaciones religiosas o sectarias, se vinculaba más a la sensación de bienestar y libertad de las personas, ella se refería al nivel de conciencia que tenemos sobre nosotros mismos, sobre los demás y sobre el entorno del que hacemos parte.  

Ella siguió su reflexión y era evidente que hablaba Monto, la profesora. Aclaró que el arte es en sí una herramienta para el desarrollo cognitivo porque al ser un mecanismo de creatividad contribuye en el hallazgo de soluciones básicas a los retos de la vida diaria, estimulando además el aprendizaje en las áreas del saber. Admito que esta parte la escuché con interés pero en mi mente seguía esperando algo más en su respuesta. No demoró en ser cubierta mi ansiedad. 

Su tono de voz cambió y su rostro se mostró más esperanzador. Me dijo que ante todo y sobre todo, el arte es un vehículo de expresión, revela pensamientos, sentimientos, emociones, gustos, simpatías; insistió que el arte no debía perder este objetivo. Esto se conectó de inmediato conmigo, muy seguramente por mi rol de artista no profesional y mis convicciones personales, lo que hacía que considerara las palabras de Monto como obvias. No obstante cuando ella las dijo partiendo de su experiencia pedagógica con niños y niñas, noté que no era tan obvio, que además la lucha entre lo disciplinar y lo creativo, entre lo importante y no importante socialmente, aún sigue vigente en los escenarios educativos y lo más triste aún, que el arte en la formación de niños y niñas se está reduciendo a la “activitis de entretención”. Ella me lo confirmó.  
 
Esto nos llevó a pensar que en un mundo productivo, las artes como decisión de vida, es una arista que incomoda, asusta e incluso frustra a la institucionalidad familiar, social y estatal. “El arte no da plata”, “del arte no se vive” y “el arte es un hobbie”, fueron premisas que recordamos como absolutos en parte de la población de este país. Nos callamos un momento y en una coincidencia que nos hizo reír, ambos miramos al niño y su tambor. 

Retomé la conversación, proponiendo que educar en artes no significa necesariamente que los niños y niñas resulten siendo actores, bailarines, pintores, escritores, músicos o todo eso junto, -escenario que sería muchísimo más provechoso en un país como este, necesitado de tantas cosas que el arte cubre-. Con convicción le dije a Monto que el arte debe permitir ver otros caminos desde los cuales encontrarse a sí mismos y con los demás en el mundo, otra forma de leerlo e intervenirlo. Ella reforzó el comentario diciendo que eso en suma era un llamado a la sensibilidad y la conciencia respecto a la vida misma, que el arte tenía la misión de hacer de niños y niñas, personas más sensibles y por ende mejores seres humanos. Sensibilidad que me abrigaba en ese momento y hacía que inevitablemente me sintiera feliz al rememorar esas tardes en la alma mater educadora de educadores.

Vimos el reloj y ambos ya queríamos volver a casa. El niño durante la charla estuvo tranquilo y podría aventurarme a decir que también estaba atento. Quizá sentía que se hablaba de él y de sus pares en todo el mundo, que la conversación con su mamá era una sencilla y modesta apuesta por recordarnos lo importante de velar por ellos, por su bienestar y su alegría. Monto, se levantó de las escaleras donde nos sentamos a conversar y en un acto de provocación pedagógica me contó: “a él, le fomento el arte desde actividades detonantes, he usado la literatura para crear objetos desde los cuales él, a su modo, me expresa sus emociones y sus miedos. Hace poco, con la excusa de un cuento que le leí, elaboramos un quitapesares y gracias a eso, él me mostró que no le gustaba quedarse solo en la habitación. Esto fue más orgánico que las veces que le pregunté si le temía a algo. Supe de este miedo gracias a un cuento y una obra plástica, no a una pregunta desconectada de sus emociones”.  Su anécdota me dejó helado, me sentí perplejo, no sabía qué decir.

Redondeó la charla mientras veía al niño, “ellos deben tener un acercamiento al arte no desde el hacer por hacer sino el hacer desde lo que suscita esos lenguajes: ver, expresar, canalizar, gozar, recordar, conocer. Cada niño lo encontrará desde donde bien sea, porque es algo bueno o porque por allí descubre su fuga, su ser y estar. Es ese disfrute el que hace que sea significativo y útil para él”.

Nos despedimos con un abrazo y una gran sonrisa, sentí que nos íbamos recargados y esperanzados. Del niño me despedí tomando su mano y tocando su tambor, carcajeó y yo reí. Espero que la uses en un futuro -le dije- y en su otra mano se llevó mi baqueta de madera, que ese día había tocado otro tambor. 
7 Comments
Carolina M
18/6/2021 09:18:40 pm

Leer esto me llena de alegría y de ganas para seguir haciendo y aprendiendo. Que grato es sentir que un momento cotidiano se transforma en tanto aprendizaje.
Que manera tan mágica la que tienes para narrar, rememorar, contar y enseñar a la vez! Gracias por poner en palabras lo que a muchos nos cuesta expresar y por encontrar la riqueza de formar tanto del rol materno y el docente.
Sin duda dejas claro la importancia de la expresión artística, lo revelador que puede llegar a ser cualquiera de los lenguajes que componen el arte y cuando se tiene clara la intención y lo atraviesa el hice y el disfrute.
Abrazos!!!

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Carolina M
18/6/2021 10:36:05 pm

el gozo* y el disfrute.

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Cristian López
28/6/2021 02:13:37 pm

Carolina, muchas gracias por seguir las publicaciones.
Precisamente cada situación que vivimos en el día a día está lleno de detalles que permiten estar en constante aprendizaje y el arte es una posibilidad infinita para además de esto sentirse vivo. La misión de nosotros es seguir cultivando desde las primeras edades, esos otros lenguajes como caminos alternativos de crecer y desarrollarse en la vida.
Saludos.

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María Montoya
19/6/2021 01:33:41 pm

Desde la concepción tenemos ese gran privilegio de cultivar el arte con todas sus expresiones en ese nuevo ser que viene ávido de conocimiento,emociones,sentimientos.........Con nuestro quehacer diario,rutina,avatares olvidamos que es tan sencillo hacerlo con todos los elementos que tenemos en nuestro entorno,sea de estrato bajo,hasta el que quieran imaginar. Es eso, perdemos la fantasía,inocencia,genialidad con la que llegamos a este lugar.
Felicidades por ese entusiasmo en una persona joven,ojalá lo repiques en una progresión sin fin sobre todo en escuelas campesinas,carecen de guías que los dirijan.

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Cristian López
28/6/2021 02:16:44 pm

María, tu llamado además de pertinente es urgente. Es una demanda social poder permitirles a niños y niñas de todos los territorios, explorar diversas formas de decir y de hacer, siendo el arte un elemento indispensable. Además, nosotros como adultos reavivar esa creatividad no sólo para nosotros mismos, sino para ellos.
Saludos.

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Álvaro Juárez
21/4/2022 09:58:28 am

Leer la experiencia, llena mi ser y ratifico que cualquier rama del arte que se desarrolle en la vida, llena el interior, hace feliz y fortalece el auto-conocimiento. por lo tanto, no se debe de excluir el arte de la Educación.

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Marielos
27/4/2022 03:34:46 pm

El texto logró visualizar la belleza del arte en aquellos que pueden hacerlo vida como tú. De pequeña quise sonar una guitarra con mucha ilusión, pero no encontré a un profesor, tengo una deuda conmigo. Como madre y docente identifico las múltiples posibilidades que despierta y potencializa el arte en niños y niñas, que bueno que hoy lo pones a la luz, al compartirnos tu vivencia con tu amiga y su hijo. Cristian, me dejas el compromiso de cultivar el arte en mi nieta, que le encanta cantar y tocar lo que encuentra a su alrededor. Muchas gracias por escribirnos.

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